lunes, 27 de mayo de 2019

LUIS DORADO LUQUE


Luis Dorado Luque, médico y político. Nació en Antequera (Málaga) en 1899 y murió en Córdoba en 1936 a los 37 años de edad, asesinado por los sublevados contra la Segunda República.

Familia

Hijo de una humilde familia, Su padre era un reputado peluquero que tenía una barbería en la calle Estepa. Estuvo casada con Josefa Ortiz Lara. Tuvieron una hija.

Formación

Empezó a trabajar de aprendiz con su padre hasta que pudo asistir a la Universidad de Granada donde estudió Medicina que le sirvió para luego titularse como Practicante.

Trayectoria como sanitario

Durante la guerra de Marruecos fue destinado a servicios sanitarios en el hospital militar de Málaga, donde adquirió los conocimientos y prácticas para su posterior titulación como practicante. Se presentó a las oposiciones del cuerpo sanitario del Estado, aprobó y obtuvo plaza de practicante en el dispensario antituberculoso del Carmen, en el barrio obrero del Perchel, en Málaga capital.
Vivía en nº 10 del Compás de la Victoria; allí tenía consulta para personas humildes y trabajadoras.

Militancia política

Fue ayudante de su mentor político, el eminente doctor Almanza. Su conciencia socialista y republicana fue reconocida por las agrupaciones socialistas y de la UGT, que lo auparon a cargos de alta responsabilidad. En las elecciones de febrero de 1936 fue incluido en la lista del Frente Popular y salió elegido diputado por Málaga capital. Fue primer suplente de la Comisión de Pensiones del Congreso de los Diputados, que se constituyó el 16 de Abril de 1936. Su presencia en el parlamento se hizo notar: de 85 posibles votaciones hasta su asesinato participa en 73 y de un total de 33 sesiones participa en 28.

Detención

Tras el Golpe de Estado que dio lugar a la Guerra Civil, fue detenido por las tropas franquistas el 18 de julio de 1936, mientras viajaba de Madrid a Málaga en tren en compañía de otro diputado, Antonio Acuña Carballar.
Al parecer habían sido enviados por la dirección del partido a Málaga y Melilla para calibrar la sublevación militar que acababa de producirse en el protectorado del norte de África.
Al llegar a la estación de Alcolea, el tren fue detenido y se impidió su marcha hasta que, ya avanzada la mañana, llegaron varios camiones del ejército al mando de un capitán de Infantería. Los militares registraron el tren, detuvieron a los dos diputados y al cónsul británico en Málaga, siendo trasladados los tres al Cuartel de San Rafael de Córdoba, bajo custodia de efectivos del Regimiento de Artillería Pesada nº 1.
El cónsul británico fue puesto en libertad una vez comprobada su identidad, pero los diputados fueron ingresados en un calabozo en que también fueron encerrados los diputados por Córdoba Bautista Garcés Granell y [[Antonio Bujalance López]], comunista el primero y socialista el segundo, y el periodista cordobés, masón y ex diputado socialista Joaquín García-Hidalgo Villanueva. Todos ellos serían asesinados al cabo de pocos días.

Asesinato

Luis Dorado y Antonio Bujalance fueron asesinados la noche del 29 al 30 de julio. El cuerpo sin vida de Dorado fue llevado el día 30 por una ambulancia de la Cruz Roja al Cementerio de la Salud de Córdoba, donde fue examinado por un forense que dictaminó que había fallecido “a consecuencia de heridas por arma de fuego que han herido el cerebro y el hígado”. En los bolsillos de su ropa se encontraron varios documentos, tarjetas y una cédula personal a nombre del difunto y Luis Dorado Luque fue inscrito con su nombre y apellidos en el Libro de Registro o Necrológico General del Cementerio.
Pero fue a partir de ahí donde comenzó el esfuerzo por ocultar o tergiversar los hechos. Las familias de los dos diputados se enteraron de sus muertes cuando recibieron sus efectos personales. La de Bujalance recibió el reloj y la cartera. La de Luis Dorado recibió una caja de zapatos, remitida de modo anónimo, con sus gafas dentro.

Represión

Los familiares y descendientes del diputado socialista asesinado también sufrieron represión, persecución y exilio. Y las secuelas de esa ocultación de la verdad se prolongó incluso después de concluir la dictadura del general Franco. Cuando Josefa Ortiz Lara, la viuda de Luis Dorado, solicitó en 1979 una pensión de viudedad al amparo de la Ley 5/1979 de 18 de septiembre sobre reconocimiento de pensiones, asistencia médico-farmacéutica y asistencia social en favor de las viudas y familiares de los fallecidos como consecuencia de la Guerra Civil, la prestación le fue inicialmente denegada porque su esposo no figuraba inscrito como fallecido en el Registro Civil.
El trámite burocrático hasta que Luis Dorado dejó de ser un mero “desaparecido” y su fallecimiento se reconoció legalmente no concluyó hasta 1993. Actualmente sus descendientes aún no han cejado en el empeño por la restitución de la verdad y han emprendido acciones jurídicas contra el Estado para que se reconozcan las verdaderas causas de la muerte de Luis Dorado Luque.

Fuentes
Francisco Espinosa Maestre: La Justicia de Queipo. Barcelona, Crítica, 2006.


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